25 dic 2012

Desquicios

Tengo la piel partida, como un campo seco y seco, más que seco abandonado del tiempo, cuarteada como un tablero de ajedrez, repletita de manchas por inocencia, brotes hongosos negros y oscuros que la tapan por y del sol. Está viva, colorada más que el chile, avergonzada cual niña primeriza de dolor, físico y emocional; hasta parece que su motivo es el alertar, y no el de recibir con bandeja de plata, bata de casa y sexo en la cama.
Mi piel se entumece y se vuelve ultradefensiva. Coloca con ginsen vitaminado esas espinas, sus bases y los pequeños agujeros, que una vez fueron fieles a la Liberación. Ella se vuelve fuerte, se alimenta de mi inseguiridad e inerte como quiere ser solo sentiría unos dedos con un esmalte decadente, nada más y nada menos.
Concluir concluyo que no soy... Trigo limpio

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