17 may 2011

Me pongo a mí mismo por testigo, que jamás, jamás.

A unas horas que no son adecuadas, el sitio tampoco es el ideal, ni la ropa debería de estar ahí, ni tu ni yo somos los indicados... por lo menos todo coincide. Sin tiempo de nada y ganas de demasiado.
Sabiendo lo que sé y bailando como bailas, a pesar de verte entre luces y sombras más rápidas de lo que puedo asimilar, conozco de sobra, sin haberlo vivido, por donde quieres que vaya. Rápido y suave, lento y agresivo.
No hacemos más que retrasar la eclosión multipostura, y aunque sepa de que pie cojeas, desconozco lo que piensas. Quizá eso le de más chispa, en este caso harás lo que pienso...
Me dirás lo que quiero oir, poco a poco, en una mesa lacada negra y en la alfombra persa, para que después se vuelquen las tornas y elijas tú. Terminaríamos por no saber de quien es cada trozo de carne que se entreve; aunque no haya iluminación las pupilas saben adaptarse. Que importantes las pupilas, las tuyas se delatan, las mías no son menos...
Como me gusta verte. He hablado de más, como me gusta imaginarnos y mirarte.

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